Pancreatitis aguda

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Anatomía patológica

Tradicionalmente se describen dos formas anatomopatológicas de lesión pancreática aguda: edematosa y necrohemorrágica. En realidad, ambas representan los extremos de un amplio espectro de lesiones. La pancreatitis edematosa se caracteriza macroscópicamente por el aumento del tamaño del páncreas secundario a edema y a la presencia de focos de citoesteatonecrosis y la ausencia de necrosis intraglandular o extraglandular.

Al microscopio se observan edema e infiltración polimorfonuclear y no hay trombos arteriales ni venosos. La forma necrohemorrágica, también llamada necrosante, se caracteriza microscópicamente por la presencia de tejidos necróticos de color gris o pardos negruzcos que ocupan extensiones variables de la glándula y tejidos grasos vecinos. No es infrecuente que lesiones necróticas peripancreáticas rodeen una glándula casi sana o a la inversa, que una glándula necrótica, se asocie con escasas lesiones peripancreáticas. En l

Lesiones de órganos vecinos y distantes: por su inmediata vecindad, el tubo digestivo y la circulación esplácnica pueden sufrir lesiones graves durante la pancreatitis necrosante. Cuando la necrosis peripancreática es extensa, es frecuente que infiltre la pared gástrica posterior, la pared interna del duodeno, la raíz del mesenterio y el ángulo esplénico del colon. Según el grado de infiltración, pueden ocurrir perforaciones digestivas y hemorragias graves. Las lesiones de órganos distantes son características de los ataques graves y pueden afectar a cualquier órgano. Los más importante por su frecuencia y gravedad son la de los pulmones, los riñones y la mucosa del aparato digestivo.

En los fallecidos durante la primera semana de un ataques grave, los pulmones presentan edemas intraalveolar e intersticial, agregación leucocitaria y trombosis capilar hialina. Cuando la muerte ocurre después de la primera semana, predominan las membranas hialinas, mientras que a los 15 días, la lesión más notoria es la organización fibrosa de las membranas y el tejido intersticial. En los riñones, lo más común es observar lesiones tubulares agudas, aunque también pueden hallarse depósito de fibrina en los capilares del glomérulo. Las lesiones mucosas digestivas más frecuentes son las erosiones múltiples que pueden afectar desde el esófago hasta el recto.